viernes, 9 de diciembre de 2011

OBSERVARSE POR DENTRO

Encontrarás a mucha gente que te diga que es importantísimo que sepas OBSERVAR. Escucha bien: “observar”, no “mirar”.
Comprenderás que si hacen hincapié en una palabra más que en otra es porque, como sucede a menudo con el juego del lenguaje, no significan exactamente lo mismo.

Esta vez me saltaré mis principios y no buscaré los significados de las dos palabras en la RAE. Tendrás que confiar en mí porque lo que te voy a contar es solo de mi cosecha y quizá no sea "verdad verdadera" del todo.

MIRAR es llevar la vista hacia algo, pero OBSERVAR es sumarle, a la vista, la razón y el corazón durante el tiempo necesario.

Puedes mirar al cielo, a tu hermano pequeño o a tu profesor, pero si les observas descubrirás que no hay un solo tono de azul entre las nubes; que, cuando estáis jugando juntos, a tu hermano se le pone una cara de ilusión muy interesante; y que tu profesor está triste aunque te esté explicando las maravillas que ocurren en la primavera.

Como ves, parece que se gana bastante si en vez de mirar, observas. Yo lo tengo claro. Lo creo a “pies juntillas”.

Y tú dirás: Y, ¿Cómo es eso de observarse por dentro? Buena pregunta. No te creas que es algo fácil y mucho menos que se consigue rápidamente. Ya te he hablado por ahí arriba del “tiempo necesario”. Para mirar, con echar un vistazo de unos segundos basta, pero para observar… para eso necesitas tiempo y paciencia a partes iguales.

Mirarse por dentro sería abrir la boca frente al espejo y ver las anginas, la herida cuando te caes de la bici y te raspas, saber que cuentas con un corazón fuerte, unos pulmones en buen estado, un apéndice (si aún no te lo han quitado), venas por donde corre la sangre, huesos que te sostienen, músculos que te permiten moverte… y si crees que algo no está donde debiera, ir al médico y asegurarte.
Observarse por dentro, como te he apuntado, es algo más. Es saber que además de tus músculos, estar alegre también te permite moverte mejor (¿quién no baila cuando está contento?); es comprender que un abrazo de mamá en los días tristes te sostiene tanto como los huesos,  es haber caído en la cuenta de que la rabia, cómo el apéndice, aunque no sirva para mucho, forma parte de nuestra vida …

Mucha gente no dedica ni un minuto de su tiempo a observarse por dentro. ¿No te perece increíble? A mí, un montón.
Yo paso horas y horas haciéndolo. Creo que voy a estar conmigo toda la vida, así que es mejor que sepa todo lo que pueda. Tengo que aprender a soportarme en soledad cuando algo me hace sufrir y también a dejarme llevar cuando estoy feliz. Esto es algo que nadie puede hacer por mí. Tengo que aprender a ponerle palabras a todo lo que me pasa, a poder decírmelo en voz alta y así, saber explicárselo a las personas que quiero.
Ya te he dicho que todo esto lleva mucho tiempo. Si te animas, te contaré, como un secreto, que serás muuuucho más feliz. Serás tu mejor amigo. Te querrás y sabrás querer mejor. Tendrás relaciones sanas porque TÚ estarás sano.

Si no puedes hacerlo por ti mismo, quizá debas pedir ayuda.
Yo estoy segura de que en esto de mirarse por dentro no lo puedo hacer sola, así que si veo algo raro inmediatamente voy al médico a preguntarle lo que corresponda. No me imagino a mi misma operándome de anginas, no señor. Supongo que tú coincidirás conmigo. 
Pues con lo de observarse ocurre tres cuartos de lo mismo: si no sé qué me pasa o creo que debo sentir o actuar de otra manera ante la vida, lo mejor es llamar al psicólogo. Cuantas más herramientas pueda tener para conocerme y valorarme, mejor que mejor.

Así pues, te deseo que tengas el tiempo necesario en la vida para no descuidarte y dejar de observar. Te deseo fortaleza para no apartar nunca la mirada y curiosidad suficiente para ilusionarte conociendo lo que tienes adentro.


 Grande, QUINO: Guille, hermano de Mafalda.