lunes, 24 de enero de 2011

LA CONFIANZA

CONFIANZA es de esas palabras que todo el mundo usa y comprende pero que nadie puede describir fácilmente sin aludir a lo que es para él mismo.

  Yo, sobre todo, te voy a decir que se refiere a una idea que merece la pena sentir.

  La confianza tiene un color luminoso que deja ver con claridad a su alrededor. Puede tener dos direcciones: hacia uno mismo o hacia otra persona.

La confianza en uno mismo es la seguridad de saber reconocer tus puntos fuertes como algo en lo que apoyarte. Como una silla sólida que te sostiene cómodamente mientras pisas el suelo que deseas, a veces de puntillas y otras veces con toda la planta del pie, pero no con miedo. También puede ser el motor que te empuja.

La confianza en los demás es otra historia. Cuando confías plenamente en alguien suele ser recíproco. Es la sensación de nunca estar solo, de sentirse cuidado, respaldado. Es saltar al vacío y saber que siempre habrá alguien que te recoja debajo. Es tener la certeza de que lo importante para ti será importante para el otro, porque en realidad TÚ eres lo que importa.

Sentir que confías o que confían en ti es algo muy poderoso.


“Confío en todo el mundo. Sin excepción. Matizo; de entrada confío en todo el mundo. La confianza es para mí un corcel que me permite cabalgar por el mundo con libertad y tranquilidad. Siempre he pensado que la desconfianza conduce al temor y al miedo. La confianza arma de valor y conduce a lugares donde quizás no llegaríamos si fuéramos presos de ese cilicio prieto que nos hace recordar lo que nos puede hacer daño.

Es verdad que a veces llegamos a lugares en los que nos llueven piedras, golpes y ultrajes. Cierto. ¿Pero no es mejor sanar una herida que vivir acongojado para no recibir sobresalto alguno? ¿No es mejor vivir con la tranquilidad de creer en las Personas buenas?

La confianza me lleva a trote por lugares extraordinarios y me saca al galope de vericuetos peligrosos; me mece, me canta, me alimenta, me estimula, me hace sentir que la vida, tan perra a veces, es un lugar fabuloso para sentirse persona. Y para sentir a las demás personas.

Al final todo se reduce a una cuestión práctica más que poética. ¿Quién no prefiere un paseo tranquilo por una playa en una mañana de sol antes que deambular por un callejón oscuro y mugriento? La confianza es mi playa, mi sol y su antítesis no deja de ser un callejón oscuro en el que a veces me despierto al tropezar con una roca en la orilla… Pero me levanto, sigo mi camino y entonces aprendo por donde no debo volver a pasar, con la certeza que no me queda ningún lugar extraordinario por recorrer de cada una de mis playas”.

 Texto de Turula (http://turulax.blogspot.com/)




No hay comentarios:

Publicar un comentario